L@s esperamos en nuestro Pagkaki...

Publicado el 2010

Hace casi dos años desde que el pequeño grupo de personas que hoy trabajamos aquí, en el Pagkaki de la calle Olimpiu, en el barrio Kukaki de Atenas, empezamos a platicar sobre la idea de crear un espacio de encuentro, un café-tradicional (kafenio en griego).

Esta idea también surgió de la necesidad común y compartida de buscar e intentar dar una solución al problema “trabajo”. La mayoría de nosotras somos jóvenes desocupadas u otros tenían trabajos precarios en condiciones laborales hostiles ante cualquier sentido de dignidad y creatividad. Así que quisimos probar otra manera de trabajar, de forma colectiva, con relaciones de respeto, compañerismo, solidaridad y apoyo mutuo.

Nuestro deseo para ese experimento nos acercó a finales de 2008. No nos encontramos por casualidad. Nuestros caminos se acercaron gradualmente desde diferentes recorridos. Nos inspiramos de las iniciativas de diferentes gentes y movimientos en el mundo entero que bajo condiciones de crisis, en lugar de entregarse a la desesperación y a la miseria, intentaron dar respuestas colectivas a las dificultades de la sobrevivencia cotidiana. También nos apoyamos en la experiencia que nos ofreció nuestra participación en la cooperativa para el comercio alternativo y solidario “la semilla” y así nos atrevimos a intentar en la práctica una propuesta diferente sobre la organización del proceso productivo. Una propuesta que todavía está formándose y por eso no es tan fácil describirla por completo.

Lo que pretendemos construir con ese espacio es una cooperativa de trabajo. La entidad jurídica que elegimos –en Grecia no hay entidad jurídica que fortifique la cooperativas laborales– es la de “cooperativa urbana”. Una cooperativa diferente, sin propietarios accionistas, en un entorno laboral sin jefes y empleados.

Así, este kafenio es de quienes lo trabajan, participando en el colectivo. Para su creación contribuimos todas según las posibilidades económicas de cada quien, pero asumiendo en conjunto el riesgo y la responsabilidad.

Las posibles ganancias que se pudieran generar tras cubrir los sueldos, no se distribuyen entre nosotras, sino –después de la creación de un fondo de reserva y la paga de los préstamos internos (que así permitirá la independencia formal de la cooperativa de sus miembros actuales)- van a usarse para el apoyo de otras iniciativas colectivas con lógica y perspectiva similar a la nuestra.

La herramienta básica de la toma de decisiones es la asamblea de los miembros de la cooperativa, que se forma de las trabajadoras, procurando siempre en su proceso y resultados el mayor consenso posible.

De todas formas esta propuesta aún tiene mucho camino para avanzar. Pero no es una propuesta que tiene que ver solo con nosotras, como iniciativa para solucionar el problema laboral individual de cada una, sino que la soñamos y pretendemos como una experiencia que también pueda serle útil a muchos más. Nuestra acción se confluye con una corriente más amplia de cambio social, en un proceso mundial de movimientos que abraza todos los aspectos de la vida, que resiste a las condiciones que imponen los de arriba, que explora y construye nuevas maneras de vida.

Más allá de las condiciones laborales, en este proyecto y espacio queremos incluir -en la medida de lo posible- nuestros deseos más en general. Con ese criterio preferimos, cuando sea posible, colaborar con pequeños productores o comunidades de productores, elegimos servir y promover productos de comercio alternativo/solidario (café de las cooperativas zapatistas en México, azúcar del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) en Brasil y otros), manteniendo al mismo tiempo los precios de venta accesibles a todos. También elegimos escuchar y promover músicas libres (bajo licencias de creative commons, de dominio público y producciones independientes), porque no nos gustan los “derechos de autores)” que ahogan la creación musical y cuyos frutos nunca llegan a manos de los artistas. Con el mismo criterio queremos que el Pagkaki sirva también como espacio abierto para actos, eventos e iniciativas que exploran los caminos de autogestión, auto-organización y acción directa.

Sabemos que todo eso puede ser poco, incompleto y fragmentado. Encontramos dificultades y contradicciones en cada paso que estamos dando. Pero queremos buscar respuestas colectivas y no individuales y queremos probarlas en la práctica, aprendiendo de la experiencia histórica de este tipo de iniciativas. Queremos probar una cotidianidad que incluya el trabajo como algo integral y creativo y no como esclavitud, no como tiempo en el día que queremos olvidar.

Así que abrimos este kafenio. Nuestro –y vuestro- kafenio. Abierto desde la mañana hasta la noche, donde ofrecemos café, hierbas, jugos, refrescos, raki, ouzo, cervezas y por supuesto botanas para acompañar. Pero sobre todo, donde queremos ofrecer un espacio de encuentro, diversión y creatividad, así como compartir preguntas, ideas y sueños.

En fin, nomás -ni menos- que compartir y disfrutar con ustedes el “Pagkaki”...

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Un año de experiencia,
cooperativa de trabajo “To Pagkaki”

Publicado el 2011

Hace más de un año que empezó a funcionar la cooperativa de trabajo “To Pagkaki”. Llegamos a este momento llenas de éxitos, errores, con algunas primeras conclusiones y revisiones y sobre todo con la seguridad de que existen otros caminos de respuestas colectivas en un asunto tan importante para la vida personal y social: el trabajo.

Durante este año, hemos intentado enlazar nuestro anhelo de una sociedad más justa con nuestra práctica colectiva, nuestra lucha por la supervivencia con la lucha por la liberación social, reconociendo los límites y los compromisos de una iniciativa como esta en las condiciones actuales.

Creamos pues un colectivo y un espacio que aunque no pretenden ninguna pureza, contienen las relaciones que deseamos para una sociedad diferente, que no queremos que se quede en la utopía: una sociedad autónoma, de solidaridad y compañerismo, sin iluminados, patrones, esclavos asalariados, sin ganancias para unos pocos mediante la explotación de muchos. Asuntos mayores que tienen que ver con la emancipación humana y la justicia social, en los cuales intentamos articular nuestras pequeñas respuestas.

El camino que hemos recorrido durante ese año no ha sido fácil. La opción por el trabajo colectivo no es algo sencillo. El deseo de trabajar sin patrón por sí mismo no es suficiente. La cooperativa de trabajo no es sólo una solución alternativa para la supervivencia sino, al contrario, es un modo de luchar que requiere un gran compromiso político y una responsabilidad colectiva que buscan construir, aquí y ahora, los términos para una forma de producción diferente.

En nuestra experiencia, las relaciones de compañerismo, solidaridad y apoyo mutuo en los momentos difíciles que hemos vivido durante todo este tiempo, forman uno de los legados más valiosos. Aunque no faltaron las tensiones, los desacuerdos y los errores, debido sobre todo a las exigencias del trabajo, a las distintas idiosincrasias de los miembros de la cooperativa y a nuestra falta de experiencia, el resultado de ese intento de buscar un caminar colectivo es un sentimiento de fuerza común que difícilmente podemos experimentar en las actuales condiciones sociales.

Un factor fundamental para la construcción de esas relaciones es nuestra decisión de crear un colectivo “cerrado”, con procesos de entrada y salida de los miembros de la cooperativa. El trabajo en el café no es ocasional, es decir, no se contrata personal para cubrir las necesidades urgentes. Al contrario, las y los que trabajan son miembros igualitarios de la cooperativa, sin que tenga importancia si contribuyeron al capital inicial para la construcción del local. El café pertenece a la cooperativa y no a los miembros, algo que estipula, además, nuestro estatuto.
La entrada de nuevos miembros fue para nosotros una de las decisiones más difíciles, ya que el objetivo no era sólo encontrar a alguien apto para el trabajo, sino a un compañero, una compañera, para nuestro caminar colectivo. Hoy, la cooperativa está integrada por 11 miembros, ya que uno de los primeros participantes salió y han entrado cuatro nuevos.

Todas las decisiones que tengan que ver con “Pagkaki”, ya sea sobre asuntos prácticos o políticos, se toman en la asambleas, por consenso, después de muchas pláticas e intercambio de pensamientos.

Todos los trabajos son pagados en base al salario predeterminado, según las horas de trabajo de cada quien. Es decir, no se reparte las ganancias al final del mes. De hecho, uno de los principios fundamentales del colectivo es que las ganancias, cuando existan, se destinen al apoyo de otros colectivos con los que compartamos una mirada común.

En cuanto al trabajo en sí, no tenemos la ilusión de convertirlo en un proceso de juego, especialmente en un sector laboral tan duro como el de la hostelería. De todas formas, es un objetivo permanente para el colectivo ir creando las condiciones y tomar las decisiones que hagan el trabajo en el “Pagkaki” lo más fácil posible para todas.

Nuestro trabajo en el café, como en todos los espacios laborales, tiene su lado repetitivo y automático. Pero más allá de eso, nos interesa su función social, o sea la creación de un espacio de encuentro y de diversión abierto. Además, aspiramos a un equilibrio que garantice, por un lado, el coste menor para nuestros productos –pero no a costa de la calidad de las materias primas y del proceso de su producción– y, por otro lado, unas condiciones de trabajo y un salario dignos.
El balance económico del primer año es alentador. Ya desde los primeros meses empezamos a recibir nuestro sueldo y a cubrir los gastos fijos y de funcionamiento. También hemos logrado saldar una parte del capital inicial. Además, hemos aumentado los turnos diarios de tres a cinco.

Obviamente, “Pagkaki” no es la única solución en el asunto laboral. Pero es un ejemplo funcional y viable, como ha demostrado su primer año de existencia, por lo que quisiéramos proponerlo. Nuestro deseo es que sirva como un antecedente útil y que forme parte de una red de proyectos que uno apoye al otro.

No creemos que somos, ni pretendemos serlo, una isleta de libertad dentro de la barbarie generalizada. Contra esa barbarie queremos resistir por medio del trabajo colectivo, y sabemos que nuestra resistencia tiene sentido sólo y porque al mismo tiempo se construyen en la sociedad redes de resistencia y de creación polimorfa que intentan derrocar las condiciones de parálisis, subversión y explotación que impone el sistema dominante en todos los aspectos de nuestra cotidianidad.

Como parte importante de estos movimientos polimorfos, consideramos al sindicalismo de base que se organiza desde abajo con procesos horizontales y de democracia directa, luchas de reivindicación en contra de la explotación. En este contexto, aunque nuestra condición laborar es diferente, apoyamos las acciones del sindicato de base del sector y participamos en las huelgas generales.

Un año es un período corto, pero apoyadas en nuestra experiencia conquistada en este colectivo de trabajo, queremos compartir la creencia de que iniciativas de este tipo no sólo son posibles, sino que tenemos la capacidad –si tenemos la paciencia y la insistencia y si no nos limitamos en la denuncia– de construir nuestras respuestas colectivas. Y que la acción y construcción colectivas son capaces de devolvernos la autoconfianza y la alegría que tanto necesitamos. La única cosa necesaria es aventarnos a experimentar colectivamente, aprendiendo de la experiencia histórica de iniciativas de este tipo.

Un año después, queremos compartir con ustedes con ternura y ansiedad el “Pagkaki”.

Octubre 2011

Colectivo de trabajo “El Pagkaki”

Dirreccion: G. Olympiou 17, Koukaki.

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